Este es un poema de tipo modernista con muchas alegorías al sentimiento renaciente de la aventura de empezar a enamorarse. Se lo hice a mi esposa cuando éramos novios, antes de ser cristiano, pero con Dios en mi pensamiento.
Otro pequeño detalle para ti, amable lector:
Al son de una melodía melancólica
cual delias acariciadas por el rocío de la mañana
estás tú, estoy yo,
dibujando tu figura y las curvas de tus formas
con mis ojos
con mis ojos
con mis ojos,
con mis ojos que han llorado tanto y tan profundo...
y somos tú y yo y la lejanía
y asfixiado con suspiros, te contemplo...
Miro tus pies
(en tu foto de cuerpo entero)
y me place pisar la baldosa que pisas,
me encantaría recoger tus pasos
por el trayecto espinoso de tu vida,
el trayecto de tus penas
de tus tristezas
de tus desilusiones
de tus amarguras
y que en un abrazo de nuestros cuerpos
lleguen mis palabras a tu oído
para tocar tu tímpano con ternura
y murmurarte que te admiro.
Miro tus piernas y caderas
y el pantalón café que oculta tu belleza
belleza de mujer
belleza de compañera
belleza de madre,
la belleza que con amor y sabiduría
al hombre le dio el Creador...
Y sigo viendo y veo tu cintura
el engranaje perfecto que rodea mi brazo
la mitad de tu cuerpo que acaricia el mío;
es tu cintura mi esperanza
el único puesto de limonada en mi desierto
el único charquito de ilusiones en mi asfalto
el único suspiro de amor de mis pulmones,
el único as bajo mi corazón...
Paro de pensar para seguirte viendo
y observo tus manos y tus bellos brazos
esos, tus brazos, que aferraron otros cuerpos
y tus manos que tocaron otras caras
y me conduelo de no conocerte antes
y no ser tu luna en tus ocasos
y haber impedido que lastimen tu orgullo
tu inocencia,
tu dulzura,
tu cariño,
tu amor.
Te encontré como café no molido
como cacao en la mata,
fuiste mariposa y volviste al capullo
y tu fotosíntesis te cautivó,
fuiste presa de tu dolor que un día fue cariño,
de la hiel de unos besos que antes sabían a miel,
de tu rostro desdibujado que antes era alegría,
de tus ojos opacados por el pasado llanto
que antes eran brillantes
y ahora son firmamento nocturno sin estrellas;
y me duele verte porque me siento extraño,
tú tan distante bailando en las nubes
y yo tan cercano parado en las aguas
que borran mis pisadas y mi rastro
cuando lejana estás de mí;
tú, tan callada y pensativa
tú, tan dolida y obstinada
tú, tan serena y cautelosa
tú, tan silencio y rebelión...
Y te sigo viendo y veo tu cabello
las finas hebras de tu esplendor,
los numerosos hilos que se resbalan de mis dedos
como peces asustados
en las redes de un pescador;
y veo tu barbilla como vigía a tierra firme
que divisan las islas de tus frescos labios
los cuales muerdo si quiero,
los cuales beso si necesito amor;
y de tus mejillas hacia arriba
contemplo tu rostro
la cara desconocida que mi poesía profetizó
la princesa dormida en la contextura de este mundo
que no hay príncipe que bese sus labios
sino un bohemio que calme su dolor
el dolor que él también comprende
como comprenden las aves su triste canción...
No te digo que eres la más bella
y la más perfecta que en mi suelo pisó,
te digo que eres la reina de mis primaveras
y en tu geometría humana, la dueña de mi amor.
Cuando miro tu foto
te lanzo mil besos,
te llevas la esencia de mi ilusión
te llevas los motivos de mis celos
te llevas las veletas de mi pasión.
Y me pongo a pensar y digo
¿cómo nada un sapo sin laguna?
¿cómo hierve la leche sin calor?
¿cómo canta el canario sin su trino de oro?
¿cómo estaré ahora si me falta tu amor?
La respuesta la tienes en tus manos
la llave secreta, tu corazón
el camino que a Dios le pido en nuestros pasos
para no fallarnos nunca ni con nuestras mentes siquiera
y con nuestra sangre escribir los fuertes lazos
y utilizarlos como tinta
en nuestra historia de amor...
Cuando miro tu foto
cada vez más yo te amo...
Carlos Julio, 19 de febrero del 2001
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